Imaginación, reacción, acción…
¿solución? Emoción. Tentación, creación, evolución… ¿perdición? Politización.
Cambiamos, operamos cambios
porque la humanidad ha estado obligada a adaptarse a los cambios desde
evolutivos hasta trascendentalmente históricos. El sentido que le damos a esta
palabra, es el permiso que nos damos para transcurrir y recurrir a través del tiempo,
una y otra vez, a los mismos interrogantes, por los que asumimos que no tienen
respuesta alguna. Tal vez nunca nos rendiremos, nunca dejaremos de formular
porqués, infinitos porqués. Externamente nuestras facciones permanecen inmóviles,
inmutables. Internamente, se asemeja a una gran ciudad donde, supongamos, cada
uno de los interrogantes es cada ciudadano. Y en esa gran ciudad, hay seis
millones de personas. Desorden total. Imaginen.
¿Y cuando los cambios concluyen? ¿Qué
ocurre? Falacias. Los cambios jamás terminan. Siempre siguen dando vueltas en
un mismo círculo vicioso, solo que no nos damos cuenta, porque asumimos un
respeto y una actitud digna de adaptarse sin apartarse y apartarse
inadaptadamente.