Busco que las personas puedan entender lo que mi corazón quiere decir a gritos, y lo que mi mente intenta acallar.

Confesión (extrema) #108



Extraño esos días en los que las sensaciones encontradas no hacían estragos, sino diversión. Jugaban con mis pensamientos y a mí me resultaba gracioso, terriblemente gracioso. Ahora me preocupa, pienso demasiado y eso es lo que me aterra, comerme el cerebro como si fuera gelatina e intentar embriagar la situación con un poco de corazonadas. Terminemos aquí mente loca, me tienes patas arriba. Y es que sí, mis cuadernos de historias están cada día más desordenados, y mi habitación cada vez más estructurada (todo en ese lugar, y acomoda un poco las prendas de ropa, pero solo un poco nada más, se notará la presencia de mi brote psicótico sobre el extremo orden). Pensé, pensé, pensé y seguí pensando, casi llego al extremo desacuerdo con mis pestañas, estaban histéricas, casi tanto como yo.
Me molesta infinitamente que me afecte la presencia de ciertos cuerpos con vida rondando por los lugares que habito. ¿Por qué, si antes no me molestaba? He cambiado, ¿He cambiado? Que analista estoy hoy, hoy por semana. Creería que así ha sido, y tendría que aceptar que no tiene otra forma de ser. Tengo una extraña forma de expresarme, muchos lo dicen. O me sobresalto demasiado, o me tranquilizo (decía que). Es como un juego, muñecas, para mi pesar y recordar. Despeinadas algunas cuantas. Me miran y giran entorno a los ojos que las persiguen incansablemente. Me reprenden por preguntar lo que no estoy enterada. Y me comprenden con cosas raramente incomprensibles.
Cambio repentinamente, y se asustan. Otros, me entienden. Casi casi termino. ¡Ajá! Con eso te quería agarrar. ¿Tratando de entender? Claro, ahora me dices que no entiendes. Muy bien, no te lo voy a explicar. Pero voy a crear una nueva forma, un nuevo molde donde el aire rasguñará las paredes queriéndose escapar. Con esa cara de tristón y esa lluvia de primavera intentando parecerse a una de invierno. Todos aparentan, todos engañan, pocos canibalizan sentimientos y los insignificantes, hablan.